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Manuel Vicente recauda 420 euros para #RetoGaiato

El pasado 1 de diciembre Valencia estaba preparada para celebrar un nuevo maratón y la ciudad se alzaba ante la mirada impaciente de Manuel Vicente Ortega. Nuestro compañero tenía ante si un largo recorrido: correr algo más de 42 kilómetros con un objetivo en mente, terminar esta hazaña deportiva para ayudar a los niños huérfanos de Mozambique. ¡Tan orgullosos de su esfuerzo y tesón!

El domingo amanece un día caluroso y el tiempo se mezcla con los nervios, tal como el propio Manuel nos cuenta: “a las 6.30 de la mañana suena el despertador. Por fin ha llegado el día tras tres meses de entrenamientos. Mil dilemas quedarán resueltos en poco más de unas horas.”

Y continua: “todo previsiblemente controlado (alimentación, hidratación, vestuario, etc.). Ha llegado el momento de salir a las calles de Valencia. Llegamos a la zona de salida trotando en modo de calentamiento donde un mar de personas ya está preparándose.” En total 32 mil participantes están preparados para la salida, y Manuel y sus acompañantes encuentran rápido su lugar, cogiendo buena posición: “a las 8.30 horas se da el pistoletazo de salida y nos ponemos en marcha. Hay tanta gente que es difícil correr pero, aun así, conseguimos salir a buen ritmo y sin tropezar con nadie. Sabemos que nuestro equipo de animación está por ahí, pero es imposible ver a nadie… las calles están abarrotadas de gente animando.”

A pesar del ruido, pronto cogen buen ritmo: “nos ponemos al ritmo estipulado, alrededor de 4 minutos 35 segundos por kilómetro. Nuestro objetivo es no correr más rápido ya que, al ser una carrera tan larga, nos puede penalizar mucho el hecho de pasarnos de velocidad.” Y añade: “seguimos avanzando hasta el kilómetro 16 donde sabemos que tenemos a nuestro equipo de animación dando ánimos y que será un impulso.” ¡Qué ilusión ver a caras conocidas en mitad de todo el esfuerzo!

Manuel nos sigue contando su crónica con ilusión, pero rememorando alguno de los momentos de más cansancio: “avanzamos los kilómetros al ritmo estipulado, cómodos, con inercia y facilidad. Según avanzan los kilómetros avanza también la mañana y el calor y la humedad se empiezan a notar. Bebemos agua en todos los avituallamientos según tenemos estipulado, pero en el kilómetro 18 tengo sed. He bebido en todo momento pero posiblemente no lo suficiente para el calor y la humedad que tenemos. ¡Menos mal que aparece una de las chicas que nos está animado, y me facilita agua!

Hasta el momento todo son bromas risas, charlas, buen rollo mucho ambiente. Las calles llenas. La música retumba en la ciudad. El ambiente es brutal y seguimos devorando kilómetros al ritmo previsto con orden y cabeza y ganando posiciones entre la muchedumbre.

Llegamos al kilómetro 26 y mantengo el ritmo. Pero hay una pequeña diferencia con los kilómetros anteriores: este me cuesta hacerlo y noto que no tengo la soltura que tenia en los kilómetros anteriores. Por ello decido hacer el siguiente kilometro un poco más despacio con el fin de recuperar. Así lo hago. Pasamos el kilometro 30, el 31, y aunque mantengo el ritmo deseado las sensaciones son de mucha dificultad. ¡Me doy cuenta en ese momento de que mantener este ritmo es muy complicado! Llega el momento en el que me dejo llevar por las piernas y por la animación, ya vamos restando kilómetros y eso es un punto a favor.”

Manuel nos sigue relatando: “mantengo a rajatabla el planning de alimentación. Aunque tengo el estomago cerrado y no me apetece, hago el esfuerzo ya que no tomar nada puede ser peor dentro de unos kilómetros. Además comienzo a hidratarme un poco más e, incluso, paro unos segundos para beber a pesar de la dificultad que eso supone (las piernas siguen por inercia queriendo correr). Bebemos y seguimos. Cada kilometro es un mundo, cuesta avanzar… la gente a los lados de la calle estirando sus brazos… pasas a gente y otros te pasan a ti pero la animación es cada vez es más fuerte. La meta se aproxima y las calles están abarrotadas de gente. Sigo avanzando. Sé que el equipo estará animando en el km 41 y eso me da alas para llegar a la meta. Pasamos los últimos kilómetros llevados por la gente en volandas: la calle se estrecha y la sensación de empuje es totalmente mayor. Aparecen dos compañeros del equipo, nos juntamos los tres y comenzamos la recta final hacia meta. Quedan un par de giros y ya estamos en la alfombra azul que nos lleva hasta meta, muchas luces y cámaras nos fotografían y cruzamos la línea de meta en 3 horas y 19 minutos.”

Manuel termina con cansancio pero con mucho orgullo: “los calambres nos han respetado la carrera y la rodilla ha resistido a los 42 kilómetros. Ha  llegado el momento de hidratarse bien y alimentarse para recuperar lo perdido… y lo más complicado, ser capaces de llegar andando el kilometro que separa la meta de nuestro piso.”

¡Muy orgullosos de todo lo que ha conseguido y de los 420 euros que ha recaudado para nuestra iniciativa solidaria #RetoGaiato! Gracias, gracias, gracias por tu esfuerzo, trabajo y profesionalidad. 

¿Quieres tú también ayudar como Manuel y poner tu granito de arena? ¡Anímate y participa en #RetoGaiato para ayudar a los niños de Mozambique! 

  • Si eres deportista, puedes presentar como Manuel un reto y pedir donaciones por una buena causa. Da igual tu sexo, raza o nivel físico… Ponte en contacto con nuestro equipo y empezaremos a asesorarte en el proceso.
  • Y si no te gusta sudar la camiseta, no tienes excusa. ¡Puedes entrar en nuestra web, conocer los retos que ya están presentes y dejar una pequeña donación! Tu ayuda, por muy pequeña que sea, ayudará a la comunidad del país africana, asolado hace ya unos meses por varios ciclones.