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José Luis Tejedor consigue recaudar 1.505 euros para #RetoGaiato

Nuestro compañero José Luis Tejedor participó el pasado agosto en la competición ciclista Paris-Brest-Paris con un objetivo claro en mente: ayudar a los niños huérfanos de Mozambique. Y aunque una lesión provocó su retirada a mitad de carrera, ¡estamos tan orgullosos de su tenacidad y esfuerzo! 

La lesión apareció en su rodilla izquierda durante la subida de un repecho, y el intensísimo dolor y la inmovilidad, hicieron que decidiera abandonar… no sin antes haber completado casi 500 kilómetros en 27 horas. Un gesto de absoluta fuerza y valentía. Y no solo eso: además recaudó más de 1.500 euros para nuestro proyecto solidario #RetoGaiato, que se destinarán a ayudar a la Fundación Mozambique Sur. ¡Enhorabuena por tu ilusión y esfuerzo, campeón! 

José Luis Tejedor

Él mismo nos cuenta cómo vivió el reto en una interesante y sobrecogedora crónica:

«Mario, no llores. Lo importante es participar.

Quizás sea una mentira cobarde, con traje de apego, terapia y complacencia, pero funciona.

La primera vez que escuché algo sobre la Paris-Brest-París fue hace apenas 2 años cuando el mundo larga distancia comenzaban a llegar a mí oídos. Una carrera centenaria de 1.250km, 12.000m de desnivel positivo, que se celebra cada 4 años con más de 7.000 participantes venidos de casi todas las partes del mundo. Suena atractivo ¿no?

Hasta entonces, el máximo recorrido que había completado en bicicleta eran 250km, en un esfuerzo mayúsculo que, sin duda, me llamaba mucho la atención. Superar retos y distancias está impregnado en mis genes y siempre curioso e inquieto, decidí indagar, con la suerte de hacer el click correcto en www.iamrandonneur.com. Mil Gracias David por enseñarme tanto. 

Y es que es así… sin saber muy bien cómo, me vi inmerso en este mundillo e inscrito en las pruebas de clasificación para tomar la salida en Paris. Tenía que completar ese mismo año un 200km, 300km, 400km y 600km dentro del tiempo máximo establecido. Sin haber rodado nunca de noche, sin tener el material necesario, sin experiencia previa… parecía una imprudencia piadosa y más si contamos que no había opción a fallar. Con una agenda tan complicada, solo tenía 4 fechas disponibles en el calendario, bien marcadas eso sí.

Y así fue, no se falló y con mucho sacrificio personal y algo de suerte,  en junio 2019, en el último 600km posible del calendario, conseguía esa preciada plaza para tomar la salida el 18 de agosto en los jardines de Ramboulliet.

Lo que allí se vive desde días antes es difícil de explicar con palabras y por tanto me siento inmensamente afortunado de haberlo disfrutado. Ciclistas de 70 nacionalidades, con bicicletas de todo tipo de color y condición, dispuestos a pasar 90h dando pedales por la bretaña francesa. Ese era mi objetivo, terminar dentro del tiempo máximo. Sólo terminar.

Termino de preparar la bici unas horas antes de la salida. Aunque ha dejado de diluviar, decido mantener los guardabarros en las dos ruedas. La bici pesa un quintal. Si en esta disciplina, la fortaleza mental es más importante que la física, en la elección del material, la ropa, comida y accesorios que decides llevar en las bolsas puede estar la clave entre disfrutar o sufrir excesivamente encima de la bici. No olvides el carácter de autosuficiencia.

A las 19:15h, tomo la salida en el Grupo N, junto a un grupo de versados randonneurs, con toda la experiencia que un novato como yo necesitaba (David, Mabur, Pedro, Josué y Fernando). Se comienza con ritmos rápidos, en grupos numerosos. La adrenalina me empuja tirar del grupo adelante, incluso por encima de mis posibilidades. Pero rápidamente la experiencia en forma de colleja me advierte que esto es una carrera de fondo. A regular.

Aunque seguimos adelantando muchísima gente, voy disfrutando el ambiente, la multiculturalidad, las formas de pedalear, las bicis, las luces, las bolsas y accesorios de cada participante. Se puede leer en un vistazo sus estrategias.  Creo que analizo cada bici que adelanto, también las que me pasan. Y entablo rápidas conversaciones con cualquiera que cruce la mirada. El paso por los pueblos se llena de gente a las puertas de sus casas ofreciendo café y pastas. Estoy disfrutando mucho.

En seguida nos llega la noche, se hace el silencio y solo se escucha la fricción de las ruedas contra el asfalto. La foto es espectacular. Kilómetros de luces rojas delante y blancas detrás inundan la carretera. Es una imagen que no voy a olvidar jamás.

Llegamos al primer control en Mortagne Au Perche (118km) todo el grupo de salida. Es momento de recargar agua y abrigarse. La noche promete ser fría y con viento en contra muchos kilómetros. Retomamos la marcha en una zona muy oscura y sin mucha indicación. Me doy cuenta en el grupo nadie responde en español. Estoy solo y no tengo claro si voy delante o detrás del grupo inicial. Es muy difícil a oscuras, así que decido tirar con unos croatas a un ritmo accesible al menos hasta el siguiente control.

Se empiezan a ver las primeras personas durmiendo en las cunetas. Algo a lo que venía preparado, pero no deja de sorprender. Suena peligroso, pero aquí parece natural. Excepto los japoneses, que sin avisar ni apenas frenar, se tiran al suelo caiga quien caiga. Cuando el sueño acecha lo mejor es escuchar al cuerpo. Son mini-siestas, pero ayudan a recuperar.

A las 4:30h llego solo al control de Villaines la Juhel (216km), casi 2h por delante de mi mejor pronóstico. Pregunto a un grupo de españoles si han visto a David y cía. Parece que no y he venido delante de ellos. Sello en el control y les espero sentado mientras me hidrato y como algo. Me estoy quedando muy frío y cuando llegan, acordamos vaya tirando a un ritmo bajo con la intención de juntarnos antes del amanecer.

Me encuentro muy bien de fuerzas, sin rastro de dolores de espalda ni rodillas, mis puntos débiles durante toda la temporada. Pedalear de noche es placentero, me encanta, y aunque ya acumulamos casi 300km y 3.500m de desnivel positivo, creo que estoy regulando muy bien. Alterno ritmos con grupos de asiáticos, europeos y americanos. Y comienza a amanecer.

A 10K del control de Fougeres (306km), y a la vez que me levanto para subir un repecho, noto un leve pinchazo en la cara interna de la rodilla izquierda. Es muy leve, no me limita, pero no me gusta. No es la zona de dolor que conozco y estoy entrenado para superar.  Inconscientemente me empiezo a distraer y confío no vaya a más.  En el control, me junto con mis compañeros de salida, no comento nada porque sé que muchos pueden ir igual. Nos volvemos a poner de corto, uso las pomadas antinflamatorias que tenía, ibuprofeno, estiramientos y a seguir.

José Luis Tejedor

La cosa no va bien. Prefiero no decir nada al grupo, pero el dolor va en aumento. Empieza a ser limitante a la hora de pedalear. No consigo distraerle. Quedan muchísimos kilómetros por delante y si esto es progresivo, mi sueño puede correr peligro. Una sensación de tristeza y decepción me invade. Lágrimas inconscientes que se ocultan debajo de las gafas. Tengo que continuar.

Llegamos al Tinteniac (360km) a las 14:00h. Con mucho sufrimiento he podido seguir el ritmo de mis compañeros. Lo más razonable es contarles lo que me ocurre porque no quiero ser un lastre para ellos. Imposible hacerlo sin emocionarme. Me entienden y me animan enormemente. Me como el tercero de los 10 bocadillos que llevo en la bolsa y sin apenas descansar para evitar enfriamiento, decido tirar solo. Comenzaba mi verdadera PBP.

El viento en contra que llevamos desde la salida parece que da un poco de tregua. Puedo rodar bien en llano y rebufo de los grupos que me van cogiendo. Consigo olvidar a ratos el dolor. Me animo. Si esto no empeora, termino seguro. Pero cuando el terreno se pone hacia arriba, sufro muchísimo y me descuelgo de cualquiera. Apenas puedo ponerme de pie. En Quedillac (386km), me desvió de la ruta y callejeo la ciudad buscando una farmacia y alguna clínica de fisioterapia. Entre gestos y mi mediocre francés, consigo la pomada antiinflamatoria más potente de la botica. Vacío casi la mitad en la rodilla maltrecha, como si de una fórmula mágica se tratara.

Mientras cae el cuarto bocata, llamo a María y la cuento la situación. Nadie como ella conoce mis debilidades y fortalezas y sus palabras se transforman en un balón de oxígeno vital para continuar. Conecto los datos y llegan cientos de mensajes con la misma tónica. No puedo retirarme, hay mucho detrás. El RetoGaiato, Mozambique, la familia, los amigos, el esfuerzo personal para poder estar aquí es enorme.  Hay que seguir.

Y se sigue, y se llega a Loudeac (445km) pero esto ya no es deporte, es supervivencia. El dolor es tan intenso, que apenas puedo utilizar la rodilla izquierda. No puedo ponerme de pie. La única rueda que puedo seguir es la mía. Todo el mundo me adelanta. Apenas puedo superar los 20km/h. Tengo que parar cada 20-30min a descansar. Mucho participante me ofrece ayuda, y ojalá hubiera algo que me permitiera aliviar el dolor. Empiezo a sentir pena de mí mismo y es un sentimiento que nunca antes había tenido.

Cae la segunda noche, en mi plan inicial, estoy en el punto donde tenía pensado dormir. Mi cabeza es una continua dicotomía entre parar a descansar o retirarme para evitar agravar más la lesión. Me resulta imposible discernir cual es la mejor opción. Cabeza Vs Corazón. Me quedan 700km por delante. Si fueran 100, los haría andando si fuera necesario, pero son una eternidad aún.

A punto de hacer 500km, y tras 27h de participación, decido tomar la decisión más dolorosa de mi vida encima de una bicicleta. Retirarme de un sueño. De un reto. Sí, por lesión, pero era mi sueño. Nada me consuela, no consigo aceptarlo ni entender los mensajes que recibo diciendo es una decisión valiente. 

Y entonces llega la mentira cobarde, con traje de apego, terapia y complacencia que funciona.

Mario, no llores. Lo importante es participar.

Este fue el increíble reto de José Luis Tejedor contado con sus propias palabras. ¿Tú también quieres ayudar y poner tu “granito de arena” para dar una vida mejor a los niños mozambiqueños? ¡Anímate y participa en #RetoGaiato! 

  • Si eres deportista, puedes presentar, como José Luis, un reto y conseguir donaciones por una buena causa. Da igual tu sexo, raza o nivel físico… Ponte en contacto con nuestro equipo y empezaremos a asesorarte en el proceso.
  • Y si no te gusta sudar la camiseta, no tienes excusa. ¡Puedes entrar en nuestra web, conocer los retos que ya están presentados y dejar una pequeña donación! Tu ayuda, por muy pequeña que sea, será de gran utilidad para esta comunidad del país africano.